Ha dicho Jehová

Vaya por delante que considero que hay demasiado titiritero y malabarista en los alrededores de Ahora Madrid; ahora bien, lo ocurrido estos dias en el Ayuntamiento de Madrid y la decisión de detener e imputar por apología del terrorismo a dos titiriteros durante la representación de un espectáculo de títeres, no sólo me parece un barbaridad, creo que nos retrotrae al oscurantismo inquisitorial y me lleva a unas reflexiones que quisiera compartir:

  1. El concepto de representación es algo con lo que llevamos siglos trabajando y hemos ido asimilando su significado, tal vez más por ósmosis que por comprensión: Símbolo, imagen o imitación que hace pensar en determinada cosa pero sin ser (distinta de) la cosa misma. Es decir, ¿de verdad alguien se cree que lo que ocurre en una representación teatral (con o sin títeres) es real? La idea misma de representación sugiere una distancia entre la realidad y su imagen (la representación), una distancia que en según que momentos se ha llegado a definir como simulacro en el sentido de (intento de) suplantación de la realidad, pero el mundo del simulacro, como el de la representación en general, conlleva una componente de ficción en tanto que no se trata de la realidad en si misma cuanto del dispositivo que hemos inventado para hablar de ella. Hoy quizá utilizaríamos el termino evento. Es decir, la representación habla de la realidad pero desde fuera de ella, no es la realidad y el mundo de la política profesional sabe muy bien esto.
  2. Nombrar el Mal no significa, ni mucho menos, ser partícipes de ello, ni, por supuesto, invocar al maligno. Un rápido repaso a la historia del cine, nos puede dar una idea de cuantas veces se ha hablado de grandes horrores de la humadidad, amparados por ideologías aun no completamente desactivadas que con sus banderas y simbolos siguen teniendo presencia en la actualidad, sin que a nadie se le ocurra acusarlos de apologia de nada, ni detener a sus protagonistas, directores o productores. ¿Cuantas son las películas sobre el nazismo que hemos devorado a un tiempo horrorizados y fascinados? La aparición de simbología nazi en estas películas no las hacen menos relevantes y por supuesto no los camvierten en portavoces de dicha ideologia, volvemos al mundo de la representación (véase punto 1).
  3. Sobre la apologia. Entiendo que cuando hablamos de hacer apologia de algo, al factor audiencia es importante. No es lo mismo susurrar al oido del amigo o el amante que utilizar una tribuna y un altavoz. Y este punto es muy importante porque ¿quién ha hecho más apología en este caso: dos titiriteros en una representación para 40 niños y algunos de sus asombrados padres o los medios de comunicación mostrando la ridicula pancarta o describiéndonos su contenido ante, puede que, algunas decenas de millones de espectadores? El debate sobre el papel de los medios de cominicación ante los actos terroristas ha sido analizado muy criticamente, ya que siempre han acabado actuando como altavoces amplificando dichos actos, convirtiendose en partícipes clave en la extensión del terror que es el  objetivo último del terrorismo… En este punto no se trata de cargar contra los medios, sino de hacer una reflexión sobre nuestra capacidad de entender y asumir el deber de informar por encima de otras cuestiones y nuestra dificultad en otros momentos para asumir que se pueda abrir un debate y cuetionar todo lo que nos afecta como sociedad desde el respeto a posturas disdentes, no por ello menos legitimas. La anomalia que la banda terrorista vasca ha supuesto en el debate politico nacional, desvirtuando la posibilidad de reivindicar determinadas cuestiones al mancharlas de sangre no debería impedirnos recuperar la discusión y el debate de ideas como fómula general de entendernos.
  4. Se llama libertad de expresión. Si, lo que subyace en todo este lio es el papel de la libertad de expresión en su más amplia acepción. ¿Alguien sabe de qué iba este espectáculo? Cuando aparece esa pancarta en la representación, ¿qué estaba contando? ¿Es la mera aparición de esta pancarta motivo suficinete para interrumpirla? ¿De verdad hay palabras malditas que no pueden ser pronunciadas? ¿Otra vez? y si no pueden ser pronunciadas, ¿porqué los medios de comunicación si pueden? Sin libertad de expresión no existe la posibilidad de denunciar el abuso de poder, al corrupto ni al criminal. Es más que probable que las mismas leyes que impiden utilizar determinadas expresiones nos acaben amordazando para impedir que cuestionemos abiertamente los abusos y atropellos de aquellos de promulgaron esas mismas leyes, los abusos y maltratos de las mismas fuerzas de seguridad que irrumpieron en la representación y detuvieran a los titiriteros y que otro dia tratarán de detenernos a otros por hablar en voz alta y con claridad.
  5. Educación. El antidoto contra este mal se llama educación y su ausencia, especialmente en nuestras clases dirigentes, es el verdadero mal. Una formación adecuada para el cargo que se ocupa evita muchas tonterias y parece evidente que en el caso de Madrid hay demasida distancia entre una cosa y la otra (para nuestra desgracia esto no es patrimonio exclusivo de Madrid). Por otro lado, una formación adecuada de nuestra sociedad evitaría ser atropellados sistemáticamente por tantas mentiras y manipulaciones. La única manera de acabar con todo esto es arrojar luz de una vez por todas, con la verdad como faro de proa, para evitar que las sombras de la ignorancia, el rencor y el recelo se vuelvan a apoderar de nuestras vidas.

La dramática irresponsabilidad con que nuestros politicos redactan y promulgan leyes que además tratan de hacer cumplir no puede por menos que hacernos avergonzar ante las contradicciones y atropellos a los que nos veremos sometidos. Casi cabría pensar que las instituciones estan empezando a trabajar en contra de la sociedad que avala su propia razón de ser.

Por favor, termine simpaticamente: